domingo, 6 de diciembre de 2009

EL MEDIO AMBIENTE EN LA CULTURA EMPRESARIAL

La hipótesis planteada es positiva: a través de las empresas transnacionales, llegan a los países que las hospedan no solamente infraestructuras y conocimientos técnicos, sino también los valores culturales profesados por ellas. Estos valores, culturales, al unirse con la idiosincrasia local pueden tornarse muy útiles para el desempeño de las empresas en los países anfitriones, entre otras cosas, en función de la creación de innovaciones.
Cultura ‘empresarial’ u ‘organizacional’ puede ser definida, según Pirela (1996) como un conjunto de al menos cuatro dimensiones, económica, tecnológica, organizativa y ambiental que, por un lado, está influenciado por la matriz cultural, donde convergen las vivencias y actitudes propias de los individuos que conforman la plantilla, con las normas y reglas que rigen el quehacer de la empresa, producto de su evolución en el tiempo. Por el otro está la influencia del contexto económico, social, político etc. local, en el cual se mueve la empresa. Esta confluencia genera una determinada conducta de la cual se derivan los aprendizajes que son un factor dinámico clave.
No obstante, más que de una separación en cuatro renglones se trata de una integración de cuatro elementos en un solo complejo llamado “cultura”. Además, la cultura está influenciada también por las experiencias de aprendizaje en cada una de las dimensiones y finalmente por el contexto exterior o entorno, tanto físico como político, económico, social y legal en el que se desempeña la empresa.
Según esta definición, la cultura ambiental constituye en primer lugar un subconjunto de la cultura de una empresa que contiene elementos idiosincrásicos particulares, producto de las influencias mencionadas anteriormente. A ella le pertenecen todos los hábitos y costumbres, conocimientos y el grado de desarrollo científico e industrial relacionados con el medio ambiente, que posee una determinada empresa. Ella constituye el conjunto de comportamientos sociales fundamentado en el valor “medio ambiente”, es el sistema de significados y de símbolos colectivos según el cual los integrantes de una determinada empresa interpretan sus experiencias y orientan sus acciones referentes al medio ambiente. En otras palabras, es el sistema de orientación del personal, el que le brinda el acceso a un esquema unívoco de acuerdo al cual interpretan el valor del medio ambiente y que, por consiguiente, determina su actitud frente a él. Así que, mientras más importancia revista el valor «medio ambiente» para la empresa, más fuerte será la cultura ambiental, es decir, la cultura de la empresa tendrá una mayor orientación ambiental. Así por ejemplo, la integración de la cultura ambiental a los demás subconjuntos se percibe como problema de la competitividad en las empresas venezolanas, cuya conducta refleja precisamente esa falta de integración de todas las dimensiones implicadas en el comportamiento y su cultura.
En líneas generales, los indicios de la importancia del medio ambiente pueden ser clasificados en dos grandes grupos; por un lado están los tangibles, es decir, las instalaciones, los procesos técnicos y los productos ambientalmente compatibles; y por el otro, están los intangibles que comprenden los comportamientos, las actitudes del personal, fruto de conocimientos codificables y no codificables almacenados en las experiencias de aprendizaje de las personas involucradas, acumulados a lo largo del tiempo. El primer grupo, de los elementos tangibles, por su misma naturaleza es relativamente fácil de detectar y de cuantificar, pero queda como mero compendio si no están presentes los elementos intangibles que se expresan en facetas tan subjetivas como el compromiso personal, el entusiasmo, y la convicción de que el esfuerzo de cuidar el ambiente vale realmente la pena etc., lo que redunda por ende en una utilización consciente y más eficaz de las instalaciones. Al cabo de estas actitudes está evidentemente la preparación, el conocimiento formal de las personas, pero también su conocimiento «tácito» de naturaleza práctica, basado en experiencias, que es idiosincrásico, cooperativo y solo parcialmente codificable, tal como lo define Arcangeli (1993). Por otra parte, cabe señalar que la cultura ambiental de las empresas no se debe únicamente a un compromiso ético, sino que es, y debe ser, motivada en gran parte por el Estado quien está llamado a velar, con una serie de políticas, por la conservación del medio ambiente. Allí se enmarcan las leyes, decretos, normas, en fin – todo el contexto legal, dentro del cual se mueven las empresas. Pero también no debe olvidarse el contexto socio-cultural, donde por un lado la educación y, por el otro, la opinión pública y la intervención de los medios masivos de comunicación juegan un importante rol de formación y vigilancia, principalmente en los países industrializados.

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